sábado, 17 de noviembre de 2018

ENCICLOPEDIA TERRÁQUEA II: Ismael sospecha.

VIERNES (O "DÍA DE VENUS")

Eso de "día de Venus" es porque añoro mi hogar. Me explico. Los humanos son muuuuuuy vagos. No querían malgastar segundos diciendo todo el rato "día de..." Por eso, los perezosos decidieron cambiar a los días de la semana su verdadero nombre: los acortaron y los modificaron. "Día de venus" se convirtió en "viernes". Los humanos siempre se empeñan en cambiar palabras de su idioma. Y también introducir nuevas, como slime, smombie... (No sé que significan, las he oido en la calle). Les cansa incluso llamar las cosas por su nombre. También han inventado una cosa llamada "fin de semana", que consiste en los últimos días de una semana son unos días que son "de fiesta" (aunque no sé por qué, porque no suelen montar ninguna cuando llegan estos días), y sirven para pasar el rato viendo la televisión, rascarse la nariz y dormitir (digooooo... dormitar) en el sofá. 


Aunque me cueste reconocerlo, no todas las cosas que han inventado los humanos son todas relacionadas con vagancia, ni han sido vagos cuando intentaban inventar algo. Como la bombilla, los coches o la televisión. No son tan avanzados como nosotros, pero algo es algo.

  Pasemos a otro tema. ¿Os acordáis de que en el planeta azul existe una cosa llamada "pagar"? Bueno, pues, como no estoy acostumbrada, me ha dado problemas. Se me medio olvidaba pagar. Pero no se me va a olvidar más. Estaba mirando pisos para  compartir por unos años. Al fin encontré un apartamento en el centro de la ciudad y estaba preparada para irme. Devolví la tarjeta de mi habitación y me dirigí hacia la puerta.

- Joven- me dijo la anciana que estaba tras el mostrador-, ¿no se olvida de algo?
- No se preocupe, lo he recogido todo, no se me olvida nada. Pero gracias por su interés.

La anciana (que, según la placa que llevaba enganchada a la camisa, se llamaba Linda Martín), debió de pensar que estaba irónica y que me daría la vuelta en cualquier momento y le pagaría, pero la "joven" (esto sí que es irónico, tengo 180 años, lo que pasa es que a los costoneros no se nos nota la vejez y me echo cremas en la cara, las de Cristina Cifuentes) se fue y la anciana llamada Linda llamo a la policía, diciendo que una chica llamada Lucía se había negado a pagar su habitación de hotel. NOTA PARA COSTONEROS: la policía son unos hombres y mujeres que se dedicar a arrestar a la gente que se va del Hotel Margarita sin pagar. Algo parecido a Los Guardianes de Violeta. Y la policía arrestó a la asustada "joven" cuando estaba en un Starbucks tomándose un café latte y un dónut. Y la llevaron a una comisaría donde explicó todo, le pusieron una multa y tuvo que pagar a Linda, que la miraba como miran las madres a su hijo que se ha desgarrado los pantalones y manchado de barro en el parque.

Todo esto me escarmentó, y tuve una cosa muy curiosa... Tuve una pesadilla. En Costoneracia no tuve nunca pesadillas. Pensaba que eso era cosa de desgraciados, de infelices... Y yo no soy nada de eso. Lo investigaré...

Al día siguiente fui a ver al hombre que me iba a alquilar el piso. Era todo un personaje. Medía más dos metros. Era calvo y tenía muchas arrugas, y eso que era bastante joven, tenía 28 años. Tenía una nariz grande larga y verrugosa, y cuando estornudaba casi salía impulsado hacia el techo. Un ojo marrón, diminuto, parecía hundido en su carne, y su iris parecía que estaba hecho de plastilina. El otro, en cambio, era de color azul, y te imaginabas que se le iba a caer de un momento a otro. ¡Era de cristal! Su boca estaba retorcida y sus dientes de arriba salidos. Parecía un conejo. Era muy delgado, y parecía que en cualquier momento se podía romper a la mitad y caer al suelo roto como una figurita de cristal. Tenía una pierna más larga que otra, y la iba arrastrando por el suelo. Se llamaba Ismael Pérez, y había sido un antiguo marinero. Una vez, navegando por el océano Índico, se había recostado contra una pared del barco. Esta no era muy resistente, y se rompió, lo que le hizo caer al océano. Un tiburón pasó por ahí y le atacó, dejándole la cara hecha un cisco. Ismael me afirmó que había sido un chaval muy guapo y atractivo. No tardamos en hacernos muy amigos. 




Estaba llevando mis cosas a mi cuarto cuando Ismael me dijo:

-Lucía, tienes los ojos de color violeta, como los costoneros...

Se me paró el corazón durante unos segundos.

-¿Que sabes de Costonercia? No es un planeta conocido...

- Cuando dejé de ser marinero, me dediqué a estudiar los planetas. Los miro todas las noches con mi  telescopio. Así puedo ver planetas raros, que la gente no sabe ni que existen... Veo que tu también sabes de planetas. Podemos hablar de ello por la noche. Por cierto, ¿tus ojos?...

-Son lentillas- mentí, esperando que no se me notase.

-Claro, claro... No sé en que pensaba.

Espero que Ismael no sospeche. Si descubriera mi identidad, tendría que volver a Costoneracia y no podría ir de visita a la Tierra nancu (quiero decir... nunca) más. 

Firmado,

Z121 (o Lucía)

ENCICLOPEDIA TERRÁQUEA I: Viaje de estudios a la Tierra.

INTRODUCCIÓN PARA TERRÍCOLAS

Mucha gente da por echo que un diario lo escribe una costonera cursi que cuenta sus amores, sus desamores, lo guay que es esta chica o lo pardilla que es esta otra. Quizá tengan razón en algunos casos, pero el mío no lo es. El mío es un diario que no es cursi (¿cómo se dirá? ¿Incursi? ¿Descursi? ¿Anticursi? Aún no domino el lenguaje humano). Tampoco sé si a esto se le puede llamar diario. Es más bien una enciclopedia sobre la vida de los humanos, con mis experiencias... 

Me llamo  Z121. Pero ahora, como vivo en el planeta azul, me han cambiado mi precioso nombre por uno verdaderamente extravagante: Lucía. ¿Habéis oído alguna vez un nombre semejante? Yo, desde luego, no. En mi planeta a los habitantes les dan unas letras y un número por nombre (mi madre se llama Y726), y eso para mí es lo normal. El sistema para poner nombres es más sencillo que en la Tierra. Al primer bebé de un planeta le corresponde la primera letra del abecedario y el primer número: A0. Según va aumentando la población del planeta, se les pone el siguiente número: A1, A2, A3... Hasta llegar al A100. El siguiente bebé se llamara B0. Cuando ya se han puesto todas las letras del abecedario 100 veces cada una, en vez de saltar a otra letra al llegar al número 100, lo hacen en el número 200. ¿Lo pillas? Es práctico porque así no perdemos tiempo pensando nombres.

Han pasado muchas generaciones de Costoneros (el gentilicio de mi planeta, Costoneracia) hasta que yo nací. NOTA: a los extraterrestres nos soléis imaginar verdes y con tentáculos, con un montón de ojos.



Suponéis que llevamos una moderna pistola láser que hace que os convirtáis en perritos calientes. MENTIRA. Esos son los extraterrestres malignos. La mayoría de los habitantes de otros planetas son iguales a vosotros, excepto en el color del iris, que es diferente según la raza. Los costoneros lo tenemos de color violeta. Si alguien tiene un color de iris fuera de lo común, es un extraterrestre.

Igual que en la tierra, los costoneros van al colegio cuando son pequeños y luego tienen que estudiar una carrera cuando cumplen 18 años (en Costoneracia los años se miden de otra manera: una década para nosotros es un año, pero crecemos como si de verdad tuviéramos 9 años menos, no sé si me entiendes). Al llegar a los 18 años, yo tenía que elegir qué estudiar, y me dediqué a el Estudio de Planetas Extracostoneros (como  Planetas extraterrestres, para que me entiendas), y había un planeta en concreto que me fascinaba: Anginosias. Decidí partir hacia allí por teletransporte (por mucho que digáis los humanos, los extraterrestres no tenemos platillos volantes. Pero tenemos coches voladores para viajar por la galaxia, pero no son muy útiles porque son demasiado lentos). Me llevé conmigo un cuaderno grande para plasmar en él mis conocimientos y un libro titulado: "Por donde hacer turismo en planetas extracostoneros", por G78 

El teletransporte consiste en ponerte sobre una plataforma de piedra y decir el sitio al que quieres ir. Hay que tener mucho cuidado de que no esté rajada, porque entonces te teletransporta a sitios totalmente diferentes que al que quieres ir. Y eso me pasó a mi. No nos dimos cuenta de que estaba rajada y en vez de teletransportarme a Anginosias... ¡Me teletransportó a la Tierra!

Ahora mismo estoy encerrada en un hotel estudiando el idioma. Me ha mandado ha España, que es un país o algo así. En Costoneracia no hay paísas (¿O se dice paísos? ¿O países? No tengo ni idea), y por eso me hago un lío con este planeta. Tendré que estudiar España en vez de Anginiosas. Maldito teletransporte.

Me ha sorprendido ver que la Tierra es un planeta muy subdesarrollado. 



No tienen coches voladores, ni monos metalizados que en una guerra te hacen invencible. En las tiendas de la Tierra, para llevarte algo, tienes que hacer una cosa llamada "pagar", que es dar unas cosas de metal y unos trozos de papel a cambio de algo que te es útil. En mi planeta hay tiendas de las que te puedes llevar cosas sin hacer eso de "pagar". En algunas tiendas le das objetos a cambio de la cosa que quieres obtener. Y todo el mundo vive feliz. En la tierra todos parecen unos viejos amargados.

Me llame Z121, Lucía o lo que Dios quiera (en mi planeta tenemos al Dios Abcd70, pero a diferencia de los terrícolas, nosotros podemos hablar con él para que nos solucione los problemas), tengo que iniciar mi investigación sobre este extraño planeta. Volveré a escribir cuando sepa algo...

Firmado,
Z121 (O Lucía)

¡Hola de nuevo, mundo!

      ¡RENOVACIÓN DEL BLOG!

¡Hola, gente del mundo! Renuevo el blog completamente. Quiero disculparme por haber abandonado el blog durante tanto tiempo. Admito que... Bueno, dije que era un blog de lectura y solo publicaba tonterías. Ahora, sí que voy a arrasar. Esta es la distribución de las páginas:

EN LAS ENTRADAS:

Voy a publicar series de cuentos (Enciclopedia Terráquea y cuentos diversos) y críticas de libros, más detalladas que antes. Por supuesto se pueden ver seguidas en sus páginas.

¿PÁGINAS NUEVAS?

¡Una nueva página! Llamada "Comentarios",  en la que me diréis que cosas os gustan y cuales no, me daréis propuestas para nuevas páginas o series de cuentos. Solo tenéis que escribirme un comentario en una entrada o en la página con vuestras ideas. ¿Os animáis?

Ahora sí, ¡voy a hacer un blog de fábula!

¡Hasta pronto!

Ángela.